Cuando en 2015 Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el mundo recibió una hoja de ruta ambiciosa: 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas para lograr un futuro más justo, inclusivo y sostenible. Desde entonces, los ODS se han convertido en el marco de referencia para gobiernos, empresas y organizaciones sociales.
Sin embargo, hubo un detalle llamativo: la cultura no aparece de forma explícita en ninguno de los 17 objetivos. Esto generó debate y cierta frustración en el sector cultural, que veía cómo un elemento fundamental para el desarrollo humano quedaba en un segundo plano.
Aun así, en los últimos años se ha consolidado una convicción: la cultura es transversal a toda la Agenda 2030 y puede jugar un papel determinante para alcanzarla.
Cultura: el cuarto pilar del desarrollo sostenible
Tradicionalmente se hablaba de tres pilares del desarrollo sostenible: lo económico, lo social y lo ambiental. Cada vez más voces defienden que debe añadirse un cuarto pilar: la cultura.
¿Por qué? Porque la cultura:
- Refuerza la identidad y la cohesión social.
- Promueve valores de igualdad, diversidad y respeto.
- Conecta pasado, presente y futuro.
- Moviliza la creatividad y la innovación.
Sin cultura, difícilmente se pueden sostener transformaciones duraderas en otros ámbitos.
Los ODS y la cultura: conexiones directas
Aunque no tenga un objetivo propio, la cultura atraviesa varios ODS de forma evidente:
- ODS 4 (Educación de calidad): la educación artística y el acceso a experiencias culturales amplían competencias, creatividad y pensamiento crítico.
- ODS 5 (Igualdad de género): la cultura es un espacio clave para visibilizar a las mujeres creadoras y fomentar la igualdad en la producción artística.
- ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico): las industrias culturales y creativas generan empleo y contribuyen a la economía local.
- ODS 10 (Reducción de desigualdades): los proyectos culturales pueden facilitar la inclusión de colectivos vulnerables.
- ODS 11 (Ciudades y comunidades sostenibles): la cultura es motor de revitalización urbana, identidad territorial y cohesión ciudadana.
- ODS 16 (Paz, justicia e instituciones sólidas): iniciativas culturales fomentan la participación ciudadana, el diálogo y la resolución pacífica de conflictos.
- ODS 17 (Alianzas para lograr los objetivos): los proyectos culturales, por su capacidad de tejer redes, son catalizadores de cooperación entre sectores.
Ejemplos concretos
- Bibliotecas públicas: además de promover la lectura, garantizan acceso a la información (ODS 4 y 16).
- Festivales comunitarios: generan cohesión social e integración intercultural (ODS 10 y 11).
- Museos y patrimonio: preservan la memoria colectiva y fomentan el turismo sostenible (ODS 8 y 11).
- Proyectos de arte urbano: revitalizan barrios y generan orgullo de pertenencia (ODS 11).
- Programas culturales en salud: mejoran el bienestar emocional y la salud mental (ODS 3, aunque no aparezca siempre citado).
Retos y oportunidades
El gran reto es que muchas veces los proyectos culturales no miden ni comunican su aporte a los ODS. Esto hace que la cultura quede invisibilizada en informes oficiales y pierda oportunidades de financiación.
La oportunidad está en traducir las acciones culturales en indicadores ODS: mostrar cómo un taller de teatro contribuye a la inclusión (ODS 10), cómo un archivo digital democratiza el acceso al conocimiento (ODS 4), o cómo un festival feminista impulsa la igualdad (ODS 5).
Conclusión: cultura como motor de la Agenda 2030
Aunque la cultura no tenga un ODS específico, es imposible cumplir la Agenda 2030 sin ella. Su papel como motor de identidad, cohesión, innovación y transformación social es clave para alcanzar los objetivos globales.
Por eso, los próximos años deben consolidar un mensaje claro: invertir en cultura es invertir en desarrollo sostenible. Y demostrarlo con datos, indicadores y relatos será fundamental para que la cultura deje de ser la gran olvidada y se convierta en uno de los pilares centrales de la Agenda 2030.